lunes, 10 de agosto de 2009

UNA NOCHE EN EL MUSEO

Descubrir que mi esposa me había dejado por un artista plástico no fue tan traumático como enterarme que en la exposición fabricada con mierda humana que él estaba instalando en el Museo de Arte Contemporáneo, había una colaboración significativa de ella, si entienden a que me refiero. El Departamento de Sanidad le exigió al museo un listado de las personas involucradas en el proceso, y qué sorpresa me llevé al descubrir que ella encabezaba la lista, como siempre he considerado que soy una persona optimista me aferré a la idea de que la lista no estuviera organizada descendentemente por contribución, pero eso nunca lo sabré, no sería incapaz de preguntárselo. Lo que me dejaba en considerable desventaja contra un hombre con el que no solo lo habla sino al que además le dona para expresarse artísticamente.
Hace unos meses cuando estaba sin trabajo, la que en ese tiempo prometía ser la madre de mis hijos intercedió con un amigo (que resultaría ser el aclamado expositor) para conseguirme un puesto de vigilante nocturno, el lugar: El Museo de Arte Contemporáneo. Por eso es que Sanidad me obligaba a llevar un estúpido tapabocas, temían que tanto tiempo expuestos a esta inmundicia pudiera causarnos problemas de salud. Lo consideraban riesgoso, pero aun así lo exponían, una gran plasta de mierda en la mitad de la sala.
Para sorpresa de muchos la exposición se llenó el primer día, cientos de personas quedaron por fuera, impresiona la cantidad de gente en esta ciudad que no se queda viendo algo hasta que no les aseguran que es considerado arte, luego hablan de trascendencia, abstracción, etc.
Esa noche el artista llegó con tres baldes llenos del controvertido material y una espátula para retocar lo que la descomposición había alterado en su obra. Al entrar dijo que era “una persona perfeccionista”, que no dejaría que su obra se “desmoronara gracias a las contradictorias fuerzas de la naturaleza”.
Nunca me había dirigido la palabra hasta esta noche. Esperó que todos los del museo se fueran, sabía que yo pasaría la noche cuidando el lugar, así que cuando estaba dando sus ultimas retoques con la espátula, parado en la punta de una escalera, sin mirarme dijo:
—¿Nada de rencores?. Yo lo miré unos segundos, no sabía qué contestarle, la verdad lo que estaba haciendo, lo que tenía en el balde, las mentiras que me había dicho ella, la lista de contribuyentes, no podía dejar de pensar que estaban hechos el uno para el otro. Pero antes de contestarle que no habían rencores, gracias a las “contradictorias fuerzas de la naturaleza”, la escalera en la que él estaba resbaló, lo que estaba untando no era tan sólido como esperaba y se filtraba por el suelo, entonces calló absorbido por su obra. No es que no quisiera ayudarlo sino que en verdad pensé que podía salir sólo, tal vez fue mi manera de reacción al síndrome de Stendhal, pero no fue hasta que la ambulancia logró limpiarlo que descubrimos que había muerto ahogado. Según dijo la policía, el desespero lo llevó a inhalar grandes cantidades del material que le llenaron los pulmones y dada su densidad no pudo lograr expulsarlo tosiendo. Nunca se había visto a alguien tan lleno de mierda, o al menos eso pusieron en el informe, sin usar esas mismas palabras pero en general decía lo mismo.
MI ex-esposa intentó culparme por no haberlo ayudado, había un video de una cámara de seguridad registrando todo, mi inmovilidad y las grotescas burbujas saliendo de la obra, las paredes salpicándose hasta encontrar la calma. Pude demostrar que corría riesgo al acercarme, el Departamento de Sanidad nos había obligado a usar los tapabocas porque consideraba riesgoso él tener contacto con la exposición, así que les tocó dejarme ir. No siento remordimiento de conciencia por lo que hice, estoy seguro que cualquier persona hubiera echo lo mismo en mi lugar, así no lo digan. Además, no se imaginan lo que se ha vuelto esto, el cadáver se volvió la obra de arte más importante de los últimos tiempos, al pobre imbécil ya lo están comparando con Da Vinci. El cuerpo lo embalsamaron tal cual había quedado para dejarlo permanentemente en el museo. Nadie había logrado crear una obra de arte tan poderosa como para matar a su propio autor, entonces todos hablaron de trascendencia, abstracción y toda esa mierda.