martes, 14 de abril de 2009

¿Cómo desaparecer completamente?



El mago volvió a revisar. Introdujo rápidamente la cabeza en el compartimiento escondido para que el publico no sospechara. Al descubrir que la niña no estaba donde debía estar, no pudo disimular su asombro, estaba parado frente a doscientas personas que esperaban ansiosos el fin del acto para aplaudir. El evento estaba sobrevendido y para el gusto de todos, el show hasta el momento había sido mas que deslumbrante. El mago se puso pálido, sudaba y parecía estorbarle el corbatín. Por primera vez en su vida había realizado un truco que no podía explicar, no tenía un as bajo la manga, no habían túneles escondidos, la niña había desaparecido de verdad. Me gustaría decir que como por arte de magia, pero eso era precisamente lo que no estaba sucediendo en esta ocasión.
—Señoras y señores, la niña ha desaparecido —dijo el mago entre dientes. El publico estalló en aplausos. Nunca habían visto algo igual.
—Que gran show —gritaban—. Todo un maestro!
—Bueno, ahora que aparezca! —gritó un hombre entre el publico. Y todos volvieron a aplaudir.
—Que aparezca la niña —gritó otra persona. Pero el mago no se movía.
—¿Dónde está mi niña? —gritó el papá de la pequeña.
—No se —respondió el mago. —Desapareció.
Todos estallaron en carcajadas menos el padre que no dejaba de mirarlo. Se levantó de la silla inquieto al ver que el mago no podía sostenerle la mirada, enfurecido subió al escenario. El mago trató de escapar pero tropezó y calló de espaldas al suelo. El hombre derribó el pequeño closet donde había entrado la pequeña, todo parecía en orden, salvo que faltaba una niña.
El hombre miró al mago que se arrastraba por el suelo.
—¿Dónde está?
El mago no sabía cómo responder.
—¿Donde está? —repitió esta vez con un tono amenazante.
Un silencio invadió el auditorio, todos miraban asombrados el escenario, buscaban el lugar por donde aparecería la pequeña, pero el mago no daba señales de un nuevo truco. Algo andaba mal. Se sentía.
—Es un agujero negro! — gritó una mujer. —Se va a desaparecer todo el mundo!
Entonces un hombre descubrió el puesto vacío donde debía estar su esposa y gritó que ya había comenzado a desaparecer la gente, así que todos comenzaron a correr desesperados, saltaron por las ventanas, derribaron las puertas, desmoronaron paredes. Luchando contra la corriente caminaba la esposa que supuestamente había desaparecido preguntándose qué es lo que había sucedido mientras estaba en el baño. La muchedumbre no se detuvo y la lanzó al suelo, todos pasaron sobre ella. Su esposo fue el primero en pisarla.
El papá de la niña levantó al mago con un solo brazo y le exigió que revirtiera la magia.
—Si la niña no quiere aparecer no va a aparecer. —dijo el mago.
—¿De qué está hablando? ¿Cómo no va a querer estar aquí si lo tiene todo?
—Pues algo le debe faltar —replicó el mago—. Porque debería estar en ese cajón.
—Yo la escuché hace días diciendo que quería irse lejos. —gritó su hermano.
—Esto no es lejos , es como si no existiera!
— ¿No se dieron cuenta que corrió hacia la tarima cuando preguntamos por un voluntario? Ella quería que le pasara esto! Ella sabía lo que iba a pasar —argumentó el mago.
—Tiene que hacerla regresar.
El mago no sabía cómo salirse de esta, así que buscando hacer tiempo preguntó cómo se llamaba la pequeña.
El padre lo miró por unos segundos, entonces se dio cuenta que no recordaba.
—No me acuerdo.
Se había comenzado a desaparecer el recuerdo de la pequeña. Las imágenes que tenían en la cabeza, su niñez, su nacimiento. La hermosa melodía que cantó esa vez en la escuela. El dibujo que le había regalado a todos en su casa. El olor de su cabello recién lavado. Las huellas de tierra en la cocina. La pequeña hundidura que había creado con su peso durante años en el colchón. Todo había desaparecido. Ni el hermano ni la madre pudieron dar con el nombre. Solo recordaban que era una niña, tal vez no. Ya no podían saberlo. Hasta eso lo habían perdido.
—¿De quién estamos hablando? —dijo el hijo.
El papá entonces bajó al mago, no entendía por qué lo estaba maltratando, le ayudó a organizar su traje.
—¿Por qué estamos aquí? —preguntó la madre.
—Debe ser por el espectáculo. — agregó el mago— ya debería haber comenzado.
—Que bueno —dijo el pequeño— a mi siempre me ha gustado la magia.
—Entonces es mejor que tomen asiento. No se donde está el resto de la gente.
La familia organizó un poco las sillas que habían quedado en el suelo y se sentaron en primera fila. Las doscientas personas regresaron una a una. La mujer que estaba en el suelo se levantó y caminó al baño para limpiarse la sangre que salía de su nariz. No entendía por qué le dolía todo el cuerpo.
Y todo volvió a la normalidad. De la niña solo quedó su ausencia. Y desde ese día una familia cargó con un pequeño vacío en el corazón, una tristeza que no podían ubicar, sin entender qué les faltaba. Porque supuestamente lo tenían todo. Era ilógica esa pequeña tristeza. Ese pequeño hueco en el ventrículo izquierdo. Ese espacio difícil de llenar, porque nunca supieron con qué hacerlo. La niña nunca volvió. Y el mago comenzó de nuevo su show. Y todos volvieron a aplaudir.

2 comentarios:

Amapola... dijo...

Ya te extrañaba... Como siempre, me ha encantado! Tus historias me cautivan... A veces también me gustaría desaparecer así, sin dejar rastro... Pero he llegado a la conclusión de que prefiero vivir completo... ;) Sin embargo, sería lindo... Sería como suicidarse limpiamente y sin escándalo...
Beshos!

xxx dijo...

Ahora era la familia de la niña la que había desaparecido, todos estaban asombrados de su magia,es el mejor! continuaban gritando, mientras una niña, unos padres y un hermano a los que nadie podia ver, corrían por un pasillo para abrazarse.
(Quise ese final, sin fin,solo porque tener un vacío en el corazón, sin poder recordar por qué, es demasiado trsite, para esta humana vida).