jueves, 2 de abril de 2009

Solamente para gente con tripas


Una vez escuché que las expresiones artísticas se hicieron para sentirlas, para que te toquen. Su función es hacerte sentir cosas nuevas. Esto no quiere decir que esos sentimientos deben ser “buenos”. Nadie dijo eso. Al menos no lo escuché. Así que hoy propongo la lectura del cuento más perturbador que creo existe sobre la tierra. Fue escrito hace algunos años por Chuck Palahniuk, el autor de EL CLUB DE LA PELEA, ASFIXIA y NANA entre otros. Fue publicado en la revista Playboy y hace parte de su libro FANTASMAS. Cuenta la leyenda que mientras hacía sus lecturas en universidades de Estados Unidos, alrededor de 60 personas se desmayaron mientras escuchaban atentamente a este macabro narrador. Y no es para menos. Yo lo acepto, no he sido capaz de terminar de leerlo. Hay un bloque que preferí ignorar. Así que no se apresuren, si lo van a leer tómense su tiempo, porque la verdad, una vez sus ojos han pasado por esas perturbadoras palabras, no hay vuelta atrás. Se les quedará en la cabeza por muchos años. Eso se los aseguro.
Lo digo en serio, es sólo para gente con tripas. No se apresuren. Hay cosas que es mejor no saber. Si lo leen no me odien, ódiense ustedes mismos por no contener la curiosidad. Porque se los advertí.
Aquí les dejo el link: Tripas de Chuck Palahniuk.

3 comentarios:

Amapola... dijo...

Gracias al cielo que tengo estómago de hierro... porque una vez que empecé, no pude dejar de leer... Pero tienes razón, esa historia quedará en mi subconsciente por años, pero no me arrepiento. Lo admito, tengo mi lado morbo...

saramillán dijo...

Está super el cuento, me gustó bastante. un abrazo

Jean dijo...

Cuando escuché por primera vez a Chuck Palhniuk la primera referencia que tuve de su obra fue precisamente Tripas. Un amigo me dio un adelanto del cuento claramente horrorizado, aunque sus gustos literarios sean realmente malsanos. Me senté una noche después de la cena a leer el cuento, a imaginarme parte por parte (este escritor facilita ese ejercicio gracias al extremo detallamiento de las situaciones, ya sea para despertar el morbo de unos, o bien para quebrantar el estómago y la moral de otros más conservadores y refinados). Pero a fin de cuentas, disfruté el cuento; reí a más no poder de la ingenuidad de los protagonistas y de su extrema curiosidad; mi cena no se movió de donde estaba; y quedé con ganas de explorar más esa literatura bizarra de Palahniuk.