lunes, 29 de diciembre de 2008

Una historia del Bacalao, una Congresista y un Video


La puerta se abrió como una explosión. Abrió de esa forma que se desprenden las bisagras y la puerta queda inservible. Abrió fácil por que Juan Ernesto Ramírez nunca quiso arreglarla bien. Nunca quiso darle dos vueltas más al tornillo. Abrió como cuando una puerta es derribada por cinco policías. Abrió a las tres de la tarde el jueves porque el administrador del hotel, por llamarlo de alguna manera, telefoneó a la policía mientras mordía un muslo de pollo de KFC. La niña con su vestido naranja que había recibido de regalo si quererlo, corrió a esconderse bajo la cama entre las sabanas viejas de su madre. Ella, su madre, calló dormida en la cama. Verdad que sufre de narcolepsia. Verdad que no controla el sueño. Un policía trató de alzarla a la fuerza, pero se le deslizo como un jabón entre sus brazos y calló fuertemente contra el piso, su cabeza pegó contra una esquina de una de las baldosas que Ramírez tampoco quiso arreglar a tiempo. Para ser personas acostumbradas a ver sangre y heridos con balas que les entran y salen de las cabezas, los policías se miraron las caras, asustados, mientras un pequeño cojín de sangre se esparcía entre la cabeza de la congresista y el suelo. Esta vez las imágenes en la televisión no mostraban a Angélica Vásquez durmiendo en las sesiones del congreso. La mostraban en los hombros de un policía, sangrando por la cabeza, exactamente de la manera que nadie quiere que lo vean en la TV. Sin sesión de maquillaje de tres horas. Sin ropa prestada. Echa todo un bulto que cabalga el hombro de un oficial.
La presentadora del noticiero, esquelética como siempre pero con retoques de silicona habla del bacalao.
Una nota patrocinada.
Una cortinilla mostrando gente feliz comiendo en la playa, disfrutando de una nueva marca de mantequilla.
Con un sonido característico de este tipo de notas, comienzan a hablar de la congresista.
-Hace pocas horas fue capturada la congresista Angélica Vásquez después de secuestrar a su propia hija. Todo comenzó cuando la niña de 12 años caminaba hacia su escuela….
Entran imágenes del policía con el bulto sangrante en los hombros.
-…la captura se realizó en un pequeño, porque vulgar no se puede usar en televisión, hotel de la ciudad mientras ella y la secuestrada se encontraban en su cuarto.
Comienza luego una toma brusca y rápida que se acerca al policía que carga a una mujer en su hombro, luego la cámara cae al suelo y la imagen se corta, pero todo quedó filmado.
-La policía no quiso dar declaraciones y condenamos fuertemente el trato que recibió nuestro periodista que fielmente cumplía con su trabajo.
La cámara se quebró por completo, pero al periodista no le pasó nada. Treinta minutos más tarde sacó de su maleta que lleva a todas partes, una caja de curitas. Tomó una y se la pegó en la ceja. Quien no se siente preocupado por un periodista con una curita en la cara después de tener un “altercado” con un policía. A la congresista no le importó mientras dormía, a decir verdad, no le importo nunca. La niña lo miró con odio mientras él recogía su cámara echa pedazos y revisaba que el casete estuviera en orden. La cámara volvió al suelo tal como había caído la congresista.
Siguiendo a su madre, la niña entró a la patrulla de policía, era la primera vez que lo hacia pero para los que la conocieron saben que no fue la ultima. En diez años hasta se acostumbraría a hacerlo. Entre las cosas que se dicen en la calle, se dice que la congresista no siempre fue congresista. Nadie nace congresista. Ella tenía una vida casi normal y por cosas del destino, sin que se diera cuenta todo cambió el día en que se le deslizo una lagrima negra por la mejilla mientras observaba la imagen del espejo, avanzando en su reflejo y pasando entre la puerta casi cerrada y la pared, la silueta de un hombre con un ojo de vidrio, dejandolo sobre la mesa de noche, quitándose los pantalones y probándose el aliento en busca de indicios de cebolla. El dinero vino después, luego el rechazo, las patadas, el frió en la calle, el grito de pánico, la sobredosis, el hospital, la soledad y por ultimo: el cambio. Un cambio de camino, mas no de fin. La cámara, una Canon XL2, se quedó ahí tirada hasta que un hombre la tomó diciendo que había leído mucho sobre cámaras, después de tratara de tomar fotografías con ella, polaroid dijo que era, la arrojó en un basurero donde se pudrió junto a dos libras de bacalao. El casete ya estaba en manos del director del noticiero. Se grabaron las tomas del reportero narrando el atropello, en el mismo lugar en que debería estar la congresista mostrando la herida de su cabeza; en un hospital.
Más en una cabeza que en un noticiero se escucha:
-En 1944, el 5 de junio nació Gregorio Sandoval. Nadie en el pueblo supo de su existencia hasta los 7 años. Hijo de una joven de 12 años y el cura del pueblo. Creció escondido en la casa cural. Viajó a los 20 años a España de polizón. Permaneció sólo cinco años allá. Regresó sin dinero y entonces fue conocido como “El Vasco”. Con su regreso, trajo la idea de importar bacalao, 20 años después ya era un millonario empresario. Su emporio creció tanto que hace dos años compró la mitad de los canales de TV y gran parte del congreso, aunque esto tampoco se puede decir en televisión. Igual que como fue su infancia, su rostro fue un misterio. Nadie sabía como era, nadie lo habían visto. Ni sus más fieles asesores. En las sombras, solo seguía siendo “El Vasco”. Hasta el día de hoy. En la cabeza se repite. Hasta el día de hoy.
La presentadora salió del baño con el dedo hurgando su nariz.
-El Vasco leyó tanto en su vida que un día decidió no volver a leer más. Ni una receta. Ni un manual de instalación. Ni los subtítulos de las películas en inglés.
Ahí parada en el pasillo, pasó un joven con chaleco que le entregó un casete. El reportaje del periodista y el policía, decía la etiqueta. Que culos hago yo con esto?, gritó ella, yo solo soy presentadora, mientras se llevaba el dedo índice en la boca. El Vasco, seguía pensando.
Después de mucho rehusarse, El vasco había aceptado conceder una entrevista a una de sus cadenas de televisión, la idea era que fuera en un lugar desconocido, así que se realizó en un hotel de muy bajo perfil. Solamente un periodista y El Vasco. Todo fue rápido. Un duelo de preguntas y respuestas. Cuando habían terminado y el periodista guardaba su cámara, se escuchó como derribaban una puerta. Ya todos sabemos como se abrió esa puerta. Parecía ser en el mismo piso, parecía ser dos habitaciones al lado, así que el periodista salió y desenfundo su cámara, cambió el casete y filmó lo suficiente como para que la cámara quedara destrozada en el suelo.
La congresista lloró tanto que a los policías les tocó orillar la patrulla y buscar un balde, parecía una balsa que se hunde en el océano. En el océano de asfalto. La niña sólo pensaba que iba a decir en el colegio al día siguiente. El escándalo era inminente. La congresista nuevamente calló dormida. Esa noche entre cervezas y canciones, los policías se rifaron el balde y apostaron que cuantos años de prisión se había ganado la congresista, pero nadie acertó.
El Vasco salió diez minutos después, el alborto ya había pasado, echó una mirada a la puerta destruida y vio la sangre en el piso y las gotas que salían de la habitación y bajaban por la escalera, avanzaban como aquellas migajas de pan del famoso cuento. Caminado lento, tan lento que pereciera que tuviera algún problema en alguna de sus piernas tomó una cámara que vio tirada en el suelo, cinco minutos después, frustrado, la arrojo a una caneca de basura. En esos momentos sólo pensaba porqué el periodista no le había preguntado cómo había perdido su ojo. Esas son el tipo de preguntas que ellos siempre quieren hacer cuando ven un ojo de vidrio. Tal vez ni cuenta se dio. Que mierdero de vida, dijo, mientras caminaba por la calle, hay que traer más bacalao.

1 comentario:

xxx dijo...

Nunca entendí porque los grandes empresarios, tuvieron una vida tan agitada,tan llena de misterio y prohibición( no debe ser fácil ser hijo del cura del pueblo)y sobre todo tan exitosa.Cómo llega el hijo del cura a ser dueño de parte del congreso y de los canales de TV? ja! El negocio del Bacalao es rentable!.Y el final siempre será el mismo para la congresista, no nació congresista pero que más da,si logro ser famosa!.
Excelente historia.